En el año 740, Alfonso I, Rey de Asturias, llegó al Valle del Ebro, que entonces pertenecía al reino musulmán de Córdoba, y fue en Ábalos (según la Crónica Albeldense, donde también se recoge que la población era conocida entonces como Abeicam) donde cruzó Alfonso I el río en su célebre expedición de conquista.
Ha llovido desde entonces y mucho ha cambiado la cara del municipio riojano, pero el paisaje sigue imponente ante los ojos del visitante. Enmarcado por la Sierra de Toloño, con la cima mítica del puerto de Herrera presidiendo su día a día, rodeada por el rosario de poblaciones que forman Haro, San Asensio, Baños de Ebro, Samaniego, Villabuena de Álava y San Vicente dela Sonsierra, Ábalos brilla en una zona privilegiada de la Rioja Alta.
Además de sus numerosos atractivos arquitectónicos, civiles y religiosos, y de sus excelentes bodegas, la localidad suma a su oferta turística uno de los raros casos de museo privado de La Rioja: La Casa de Maricruz.
El espacio expositivo está ubicado en un modesto edificio reformado respetando la arquitectura, materiales y estancias típicas de la zona a principios del siglo XX: zaguán, cuadra, habitaciones, cocina, un saloncito y el alto o desván. Tan cerca y tan lejos, en pocos años han cambiado tanto los hogares, tanto las costumbres y las formas de trabajo que, visitar La Casa de Maricruz, es reencontrarse de cara con una forma de vida en la que el tiempo no corría a la misma velocidad que ahora. Tiempo, la clave de este espacio museístico.
Al hecho de dedicárselo a las labores que uno realiza parece dedicada la exposición permanente del museo. Tal vez, como una metáfora de la conquista de Alfonso I, La Casa de Maricruz sea también una manera de reivindicar la cultura de base de un pueblo generada por el propio pueblo, una manera de generar un espacio distinto al que nos suelen proponer desde las instituciones.
Visitar La Casa de Maricruz, es reencontrarse de cara con una forma de vida en la que el tiempo no corría a la misma velocidad que ahora.
La visita comienza de arriba abajo, aunque el ascenso al desván permite un primer acercamiento y visionado general; de él se pueden extraer ya las primeras conclusiones, por ejemplo, la escala cercana del espacio.
Seguidamente un vídeo de introducción de destacable factura, en el que se insiste en la idea de la importancia del tiempo, aunque también en conceptos como constancia, dedicación y cariño.
Todos ellos necesarios para comprender el porqué del lugar que estamos visitando. De alguna manera todos los objetos están orquestados con sumo gusto.
Arthur Honegger dejó escrito aquello de: “el primer requisito para un compositor es estar muerto”; más allá de la boutade del compositor, uno comprende que la grandeza y la poética de este espacio reside, precisamente, en que estamos visitando un lugar irrepetible, congelado en un tiempo muerto, conservado en el ámbar mágico y acogedor de la voluntad y el empeño de Maricruz Martínez de la Piscina. El lugar en el que una persona puede llevar a buen destino su sueño.
Cuando comenzamos la visita, de nuevo podemos apreciar la enorme labor de rehabilitación del edificio, poco a poco, atentos a los mil y un detalles que nos ofrece la casa, vamos bajando las escaleras, similares seguramente a las que el célebre compositor local, José Fermín Gurbindo, descendió en su infancia en miles de ocasiones, encontrando diferentes estancias decoradas cuidadosamente y repletas de juguetes, cerámicas, cuadros, libros, lámparas… Posiblemente, lo que más llame la atención del visitante, sea que esta casa es también un modesto y coqueto taller de artesanía textil en funcionamiento, y quizá éste sea uno de sus mayores aciertos, porque Maricruz trabaja allí mismo y suma cada día más piezas a su interesante colección formada por almazuelas, encajes de bolillos y bordados.
Maricruz trabaja allí mismo y suma cada día más piezas a su interesante colección formada por almazuelas, encajes de bolillos y bordados.
Es destacable su número y calidad, tanto de corte clásico como también contemporáneo. Estas piezas son lo más valioso de lo expuesto, un ejemplo de lo que se ha dado en llamar work in progress, algunos de estos trabajos esconden pequeñas historias y guiños a su entorno más próximo, aparecen motivos locales. También se muestran un amplio abanico de técnicas, desde el patch work hasta el llamado cosido loco. La posibilidad de verle trabajar con su antigua máquina, con la sapiencia heredada y sus muchos años de experiencia, es un placer que difícilmente podremos sentir en otros lugares dedicados, igualmente, a la artesanía textil.
Los mismos productos están a la venta en una tienda habilitada en el mismo espacio, sería complicado imaginarlos en un marco más adecuado. Cromos, tebeos, fotografías…, la casa podría estar en uso perfectamente, aún así resulta un hogar extraño en contraste con las viviendas de hoy.
Es curiosa la forma de los responsables del museo de dotarlo de pequeños detalles que enriquecen el espacio, por ejemplo, en la cocina uno puede llevarse una memoria del tiempo necesario para preparar un tradicional y buen cocido de “caparrones” riojanos. Parece ser que pronto irán sumando nuevas (y deliciosas) “recetas” coleccionables.
La parte expositiva más caótica es la última que se visita, en los bajos, ordenados, descansan un buen número de aperos y belezos, aunque todavía por clasificar convenientemente, este espacio etnográfico habilitado en la antigua cuadra, suma a la vivienda su ineludible aire agrario que, quizá, debido al turismo de hoy, también se ha diluido en la velocidad de la vida y sus circunstancias.
Como un vestigio de tiempos en los que Maricruz y su familia vivieron felices, también con seguridad fueron buenos tiempos para las nuestras, la casa, imponente, conserva su aire solariego y centenario.
Como ya hemos dicho, pero no conviene olvidar ya que no se trata de un asunto baladí, el espacio surgió por la iniciativa personal de Maricruz Martínez de la Piscina, pero debido a su indudable interés, recibió el apoyo de diferentes instituciones sensibles a sus muchos valores, por ejemplo: del fondo del programa Leader Plus para el desarrollo rural, la financiación de la Consejería de Agricultura y La Casa de Maricruz sirve, en su sencillez, de medida humana y contrapunto a las grandes obras arquitectónicas que trufan el paisaje de las comarcas que le rodean.
La Casa de Maricruz sirve, en su sencillez, de medida humana y contrapunto a las grandes obras arquitectónicas que trufan el paisaje de las comarcas que le rodean
Desarrollo Económico del Gobierno de La Rioja, del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, y de la Comisión Europea. Todo ello gestionado por el Centro Europeo de Información y Promoción del Medio Rural (CEIP). Destacable es la labor de museística diseñada por Expositiva, empresa logroñesa que, en los últimos tiempos, ha venido a revolucionar y a airear las habitaciones estancas de nuestro diseño, aportando aire fresco y saber hacer en sus ya numerosas obras a lo largo y ancho de la región y del país.
Datos de contacto:
- Maricruz Martínez de la Piscina Ramos
- Plaza Canton Nº 4
- 26339 Ábalos, La Rioja
- Teléfono: 941-30-80-52 / 661-11-42-92